El ritual suma en la atmósfera que habitamos, con sus sombras, contrastes, elementos, aromas y sonidos; mientras que la rutina digital es automática desde el mismo embeleco que nos genera la luz que dispara la pantalla y acapara al oído y la visión.
El ritual suma en la atmósfera que habitamos, con sus sombras, contrastes, elementos, aromas y sonidos; mientras que la rutina digital es automática desde el mismo embeleco que nos genera la luz que dispara la pantalla y acapara al oído y la visión.