Regresar reiteradamente a él es una entrega total, es el contrato tácito de darle el poder de predecir mi próxima decisión, es más, me incitará a ella. Él, con toda su «simpleza», con su dedicación por facilitarme la vida, a entregarme lo que necesito termina definiendo una relación tóxica: es un olvido permanente de mi realidad más próxima, soy el banco de datos que provee su existencia y garantiza su grandeza, es casi como si supiera la fórmula: exploto tu ego, lo saco a pasear, lo exhibo, te aceptan… Él, el celular.