Algunos creyeron que la presentación de Meta, por parte de Zuckerberg, era una respuesta rápida ante las denuncias de seguridad y manipulación de datos para fortalecer su negocio. Más bien puede ser un paso clave para demostrar que ya tiene un nicho educado y más que adaptado para saberse mover en la forma de asumir “la nueva realidad”, que los más viejitos creemos de ciencia ficción. Y los políticos que lo cuestionan no entienden, porque ajá, estos personajes suelen verse el ombligo de sus propios intereses, mientras el mundo cambia a velocidades nunca antes vistas.
Hay un sinnúmero de artículos, libros e investigaciones que nos presentan a la IA como una posible amenaza para la existencia humana: otros cientos contrarrestan el temor asegurando que será un trabajo en conjunto donde se optimizarán procesos y los seres humanos podremos ocuparnos de otras formas de asumir la vida desde ámbitos más contemplativos. Ambas posturas solo demuestran que no tenemos ni idea sobre qué pueda pasar con nosotros, la especie dominante, hasta ahora.
La tarea que sí han hecho las empresas tecnológicas es la de educarnos para las nuevas narrativas, las nuevas estéticas y “lo mejor de todo” para una realidad creada y recreada a nuestra medida: gustos, miedos, intereses, deseos (la gran debilidad de la mente humana) se conjugan con el día a día que tenemos relación con la tecnología: a modo de soluciones que retan nuestra percepción del tiempo y el espacio, transforman conductas que ponen en jaque aspectos básicos de nuestra especie: el contacto con el otro, por ejemplo. Acción clave para lo que hemos logrado hasta ahora como colectivo.

¿Quiénes asumirán el metaverso?
Los niños que hoy reciben como respuesta de sus padres la evidente tentación de mantenerlo ocupado entre juegos virtuales y que la cena pueda transcurrir tranquila en el restaurante. La conversación con los padres disminuye, la interpretación de la realidad se da a partir de los retos que traen los juegos (¿por qué creen que se frustran en el colegio al cometer errores? Su narrativa más cercana tiene que ver con tener logros que van sumando puntajes donde tienen oportunidades una y otra vez… caso contrario a las evaluaciones escolares). Y no entremos en el terreno del «me gusta» y «no me gusta» como acción predeterminada del consumo de contenido.
Los adultos se perderán en el vicio eterno de comparar el mundo de antes con la necesidad de ingresar al metaverso para poder producir y no quedar obsoletos. A estas alturas algunos creerán que existen opciones, el libre albedrío de integrarlo a la vida o no, el asunto es que hay demasiados capitales invertidos y la fusión entre la biología (que ve a nuestro organismo como otro algoritmo que puede descifrar) y las empresas tecnológicas, quienes trabajan desde hace un tiempo en que vayamos ingresando a la nueva realidad: si aún duda recuerde que hace 10 años nadie se imaginaba que iba a subir una fotografía a sus redes con orejas de conejo, lengua de perro o bigotes de gato. Y lo más importante, nunca nos preguntaron si estábamos de acuerdo.

La IA sigue avanzando en terrenos donde las características humanas pierden su validez desde el campo de la productividad, resultado insignia de estos tiempos: los sentimientos, las emociones y las demandas de dignidad como seres humanos que hacemos parte de una economía con nuestros roles profesionales y de oficio; son suplantadas por algoritmos que ofrecen resultados en áreas como la medicina, la ingeniería, la comunicación, el arte… con un alto índice de efectividad. Todo, sin una sola queja por horas extras, ansiedad, rebeldía o depresión.
Así que hoy algunos investigadores quieren tocar el hombro de políticos de avanzada (espero que existan) para comprender que si ahora ven crisis en el sistema pensional, empiecen a vislumbrar los escenarios de personas jóvenes y con edades productivas, que comienzan a verse obsoletas y reemplazadas por sistemas más óptimos y convenientes desde costos y productividad.
Es en este escenario donde el metaverso comienza a tener sentido, ese espacio de retiro a una realidad virtual, adaptada al sueño, a un ideal de vida, que pueda recrear un mundo donde cada quien se hace protagonista de su propia historia: ¿le suena esta afirmación? Las redes están plagadas de frases de este tipo.
¿Por qué llamar la atención sobre la regulación y los políticos?, porque es justo en estos escenarios donde se deben tomar decisiones hoy, en el presente inmediato. ¿Sobre qué? Sobre la regulación, la ética y a lo que llevan las investigaciones de los grandes capitales tecnológicos. Pero es desconcertante cuando aún se abren debates electorales sobre comunismo y socialismo, dos corrientes que se quedaron en el mundo del pasado, (el de los políticos) mientras Zuckerberg y Google, por solo mencionar a los más publicitados, ya le están calculando el precio a nuestra futura realidad.
2 comentarios sobre “El metaverso, ¿a cuánto el lote?”