Siempre el secreto del próximo discurso en la estrategia de marketing de contenidos estará detrás de las emociones de quienes hicieron clic, y sumaron para que se pudiera salir victorioso con la entrega del informe.
Los números confundirán a unos, darán pistas a otros y una gran mayoría no sabrá qué significa eso en ventas reales (lo único que suma y cuenta para el cliente promedio a la hora de pagar la factura).
Si hay algo jodido en las estrategias de marketing de contenidos es asimilar las ventajas que trae el tiempo, parece una filosofía de vida, pero resulta que en el panorama de los contenidos de marca, son los cimientos para lograr un público fiel… haga de cuenta como en las relaciones: usted tiene que ir conquistando a medida que le ofrece lo mejor de usted, y eso no lo logra en la primera cita (por lo menos no, si quiere resultados a largo plazo).
Las audiencias documentan su vida con una facilidad pasmosa. Le dicen qué los indigna, que los mueve, qué los enamora, qué los emociona y la decepción que corre por días en sus estados sociales. La frecuencia de sus publicaciones le indican sus actividades más recurrentes y la ausencia de las mismas, las reflexiones que pueden estar pasando por su cabeza.

Tecnificar, digitalizar las relaciones sociales, se convierte en el espejo de los ideales de conducta; para bien y para mal. Muchos usan redes como Twitter para hacer realidad su alter ego. Facebook para proponer una conversación reflexiva sobre un tema, todo bajo un protocolo de quienes sí le conocen en escenarios «más físicos». Instagram es la postal (bajo sus parámetros estéticos) de los instantes y palabras que vale la pena recordar, teniendo como ventaja las historias que le dan vida a su documental cotidiano, suavizado por iconos, gráficas y textos que le soportan el discurso.
Tomarse el tiempo de consumir los contenidos de la audiencia, le permitirá proponer una conversación más cercana. El ejercicio de comunicación está en transformar esos discursos tan heterogéneos del público a los conceptos de la marca… las emociones terminan siendo el punto de encuentro de ambos lados de la historia.
El llamado de atención es a no dejar de lado las emociones propias de nuestra condición humana, especialmente aquellas que reflexionan sobre el trato que se tiene hacia el otro. Incluso, si sabe traducirlo a su marca puede lograr resultados como este de Sprite, al citar al hater más famoso de Argentina a que se encontrara cara a cara con quienes había agredido desde su cuenta de Twitter.
Por algo una de las tendencias en comunicación es la de exigirle a las marcas tomar postura frente a temas que influyen en la sociedad: las emociones que se discuten desde los contenidos orgánicos generados por las audiencias en redes, lleva a que las marcas no sean ajenas a ciertos movimientos sociales y políticos. De ahí que la personalidad del discurso de estas, debe contar con la fortaleza suficiente para cautivar a sus públicos de interés.
El amor es el otro factor clave en el análisis de lo que me gusta llamar «la humanidad detrás del clic», y no solo desde un aspecto del romance, sino también desde la transformación que este ha sufrido a partir de los nuevos estándares sociales.
La ironía frente a la poca suerte en el amor, expresada muchas veces en Facebook y Twitter. Los agüeros que surgen hoy al rededor de las relaciones convencionales, los mitos desde la percepción que tienen sobre el tema a partir de la inclinación sexual. La reflexión donde se encuentran varias generaciones que evidencian el cambio de percepción. No es de gratis que el amor sea la emoción que mueve el mundo, créame que también puede mover sus redes.
Aquí un ejemplo de cómo tratar las relaciones, desde escenarios cotidianos y que se conecta con los miedos, mitos y manías de las audiencias. Esto termina en dos contenidos: corto de Bianco, una marca de calzado danesa, y un videoclip de Radiohead. Ambos contenidos aluden a la reflexión de las relaciones humanas… pura conexión.
Corto
Videoclip
La observación fuera de la pantalla es clave
El comportamiento en escenarios fuera de la web para enriquecer las narrativas online es un recurso efectivo al que pocos le apuestan por el tema de siempre, tiempo.
Créame que sentarse en una banca de parque, silla de centro comercial, «perder el tiempo» en los pasillos de la marca que lo contrata, tomarse un café con la sola intención de observar, puede aportar más que una lluvia de ideas que se soporta en links con ejemplos de lo que otros ya hicieron. Si combina el ejercicio de observar con este último recurso, podrá construir discursos efectivos y cercanos con los que las audiencias puedan identificarse.
Los comportamientos en espacios que son de interés para la marca; llámese mesa de amigos, sala de reuniones, pasillos de compra, salones de clase, ascensores, transporte público y la lista puede seguir… son material real que ayudará a dosificar el discurso en formatos que respondan a la naturaleza de cada red social y momento del día.
En pocas palabras, la humanidad detrás del clic está en las relaciones cotidianas: las acciones online, son solo el resultado de la emoción que mueve a la audiencia en determinado instante, y es su tarea llegar en el momento más oportuno, tal vez en ese caso, sí le sirvan las cifras.
5 comentarios sobre “La humanidad detrás del clic”