
Ya llevamos un buen tiempo conociendo y tratando de traducir a nuestras audiencias. Rastreamos tipos de contenidos y analizamos metodologías para poder lograr la conversación que nos lleve a mantener una relación a largo plazo.
Ya nos dimos cuenta de que el videomarketing es una tendencia, que los podcasts se están posicionando y que las infografías no han perdido terreno. La imagen lo es todo en este negocio de los contenidos… así que la tarea para 2019 será la de darle atributos a ese contacto, y para ello hay que reconocer y abordar aspectos desde el ser: hoy las personas tienen mayor acceso a las reflexiones existenciales – al sentido de la vida, la superación de los miedos y el potencial – que hace unos 5 años.
No se trata de convertir a las marcas en Deepak Chopra, sino de comprender que en el clic, en el querer saber más sobre algo que atrajo mi atención, hay una cantidad de preguntas y emociones que acompañan al usuario que podrían complementarse con lo que mi marca le ofrece: es el sentido de oportunidad, de manejar la comunicación con más sentido desde el rol que cada uno cumple en su día a día, que al fin de cuentas, lo que busca es encontrar la felicidad.
Todo comenzó con las frases positivas que solían salir los lunes para alentar a una semana productiva; se dejó la opción de la queja para dar paso al optimismo. Así la marca vendiera artículos para el hogar, se identificó la necesidad de saludar con frases reflexivas y espirituales logrando un mayor número de interacciones.
La responsabilidad con el medio ambiente, nuestra relación con los animales, la reflexión ante nuestras actitudes cotidianas, la familia y el trabajo; la concepción que se tiene del éxito (de ahí surgieron los famosos conteos, los pasos para ser feliz, productivos y eficientes). El amor como sentimiento clave, sea para aceptarlo o estar en contra de él, pero es la emoción que prima, de eso no hay duda. Todo es un compendio de características que pueden identificar las preocupaciones del ser humano en estos tiempos.
Un ejemplo
La reinterpretación de las relaciones personales y profesionales influyen en la forma en que hacemos contacto con las audiencias: las creencias se resignifican y esto obliga a las marcas a tomar partido de esa tendencia.
Un buen ejemplo de lo que digo es la marca de ropa Mattelsa: traduce en publicaciones cercanas la cotidianidad emocional de los usuarios y que sus prendas suelen acompañar: jóvenes reflexivos, responsables con el medio ambiente, que se enamoran y se burlan del desamor, de los ex, al tiempo que le cuentan a sus audiencias sobre el equipo que hace parte de la marca, mostrando sus oficinas, las producciones fotográficas, haciendo que al publicar el catálogo de productos ya se haya construido una conexión, haciéndole entender al público de dónde salieron las ideas… en pocas palabras, documentan la marca desde los escenarios más humanos posibles para que el producto tome sentido. Y lo mejor es que saben traducir la esencia de las historias de Instagram con un formato que es fiel al concepto de la marca.

No olvidar el origen
¿Por qué «pegaron» las redes sociales en sus comienzos? Por la oportunidad de contacto, incluso con personas que hacía años uno no veía. Lograr la interacción y poder ver su evolución; seguir la vitrina de sus vidas con las emociones que más los definían en determinado momento, sea con fotografías, noticias o frases. (Todos pasamos por la observación de muchas fotos de matrimonios y luego de los bebés de los amigos). Un contenido orgánico que fue dando pistas a los social media para incluirlas en los discursos de las marcas a su cargo.
El contacto es identidad, el contacto es conversar, el contacto es saber que puede acabar en cualquier momento, por eso es mejor estar atentos a proponer la mejor experiencia siempre, no dar por hecho. Es comprender que el público evoluciona a partir de la percepción que tiene de su vida. Si no me cree, haga el ejercicio de ver su muro de Facebook de hace dos años, o haga un scroll nostálgico por Instagram. Por lo tanto, para las marcas debe primar en su estrategia el contacto emocional para saber y reconocer la evolución de sus audiencias. Según la emoción con que vea el mundo, así verá su mensaje.
2019 nos llevará a los generadores de contenido a reinterpretar los formatos (la inmersión cada vez se cuela más en este propósito), solo con el contacto se logra detener la monotonía del scroll, y lo paradójico de esto, es que quienes hacemos el contenido debemos salirnos de ese universo digital, ser sensibles a lo que pasa fuera de las pantallas y llevarles el mensaje, para contarles qué es lo que está pasando allá afuera, en las que se supone son sus vidas, esas que ellos consideran merecen ser retratadas.
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